jueves, 29 de julio de 2010

PROHIBIDAS LAS PELEAS DE GLADIADORES EN CATALONIA: HOY ES UN DIA TRISTE PÀRA ROMA

Cogido del Blog de Heberhar Grosske

Ciudadanos de Roma: La decisión del Senado Catalonio de prohibir las luchas de gladiadores en la arena del circo convierte el dia de hoy en una jornada triste para el Imperio.

Quienes han apoyado tal decisión dicen que quieren defender los derechos de los gladiadores, arguyen que si las peleas a muerte entre ciudadanos, e incluso entre esclavos, están prohibidas en los espacios públicos, no tiene sentido que la ley contemple una excepción para las peleas de los gladiadores en el circo.

Pero yo os digo, Oh ciudadanos de Roma!, que mienten descaradamente: lo único que pretenden es enfrentarse con el Imperio y trabajar por la independencia de Catalonia.

Qué es la vida de unos pocos gladiadores (que, además, han sido educados desde niños para la lucha, que han sido cuidados y mimados para este enfrentamiento glorioso en la arena) comparado con una tradición milenaria que es una seña de identidad del Imperio?

Qué es la vida de unos pocos gladiadores comparada con el espectáculo de luz, color y música que atrae a tantos bárbaros provinentes de tierras extrañas y que gastan en nuestras ciudades sus buenos sestercios?

Qué es la vida de unos pocos gladiadores comparados con la tradición y la cultura de Roma?

"Qué manía la de prohibir!", ha exclamado atinada Esperantia Aguerrida; "Vamos a declarar las peleas de gladiadores Bien de Interés Cultural y se las van a tener que comer con pa amb tomàtec", ha declarado Marianus Rajoius, postulante a Emperador; "No hay condiciones para prohibir los toros en el conjunto del Imperio", ha afirmado el siempre tibio Gasparius Llamazares, que, en este tema, no se sabe si entra o si sale del cubículum. "No solamente hay condiciones, sino que,tarde o temprano, sucederá inexorablemente", le ha contestado su correligionario de origen bárbaro y siempre confundido por los dioses, el nefasto Grosske.

Pero dejemos a los políticos con su cháchara interminable. Hoy, os digo, es un día triste para Roma y para la cultura en general: algún día, os lo puedo asegurar, dentro de mil o mil quinientos años, la gente echará su vista atrás y se preguntará consternada: cómo pudieron aquellos brutos de romanos prohibir las peleas de gladiadores?

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